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Yo, clase media golpeada: el desencanto por no saber a quién votar

En las PASO emitieron un mensaje de bronca tipo voto castigo. Listo. ¿Ahora qué? Hablamos de un sector de la población que transita un desencanto extraordinario. Los vemos cabizbajos en la cola de las elecciones legislativas. El pie de costado para descansar la cadera. A cumplir. De los rostros photoshopeados en las boletas sale, o una simpatía apagada, o pena, patetismo, desconfianza, enojo. Las papeletas se ordenan sobre los pupitres como vagones de un tren a la nada.

Pongamos que el votante está en sus cuarentas o cincuentas. Más, también. No todo es pesimismo. Hay sentimientos encontrados, gracias al latido firme en ese costadito optimista que recuerda lo de celebrar el acto democrático nunca regalado.

Lo otro, igual, pesa como un yunque. Elegir entre los inelegibles o entre los elegibles que uno votó demasiadas veces y siguen ahí, estoicos con su protesta respetable pero solitaria.  

Los padrones electorales de las PASO 2021, pegados afuera de una escuela primaria. Foto Federico López Claro

Tus hijos votan, capaz. Es difícil saber si fue el covid, los anticuerpos, el cambio climático o el bolsillo flaquísimo, pero realmente no-hay-es-tí-mu-lo. Lo inventás ad hoc. “Informate y votá bien. Hay un futuro”, te escuchás.

¿Esto era la superación de la grieta? ¿Que nos uniera un bajón descomunal frente a las figuritas que ya nos frustraron o que sin dudas nos frustrarían?

Al diván A Mauricio Strugo, psicólogo, le preocupa la sensación de “votar al ‘menos peor’ producto de vivir decepcionados o, directamente, ir a votar desconociendo las propuestas de los políticos”.

Y si pone el foco ahí es porque “muchas psicopatologías como depresión, ansiedad o ataques de pánico tienen que ver con cómo vivimos: sin esperanzas, sintiendo que todo y todos son lo mismo”.

El presidente Alberto Fernández cuando el 12 de septiembre votó en las PASO de las elecciones legislativas 2021.

Para Pía Devoto, directora de la Asociación para Políticas Públicas (APP), politóloga y una reconocida activista por el desarme, la palabra correcta es “acidia”.

“Para estas elecciones y hace muchos años ya, experimentamos acidia. Más allá de su origen, la palabra significa ‘tedio’, ‘tristeza profunda’, ‘falta de motivación’, ‘falta de entusiasmo’”, aclaró.

En alusión a la Divina Comedia (emblemático texto de comienzos del siglo XIV), recordó que “Dante incluyó el concepto de acidia en uno de sus círculos infernales”.

Calza bien. No tranquiliza.

“¿Cómo le explico a mi hija que no tengo ganas de ir a votar y que, así y todo, el único sistema posible es la democracia?”, se preguntó.

“Los que tenemos entre 45 y 55 años, estamos esperando al próximo Presidente: que aquel o aquella que asuma nos lleve a la prosperidad e igualdad de oportunidades. Pero, una y otra vez, no sucede”, evaluó.

EncuestasLos datos duros de las encuestas están en sintonía con estas impresiones.

Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit, lo explicó con claridad: “Cuando hacíamos encuestas, siempre un 10% te decía ‘no quiero saber nada con una encuesta electoral’, o ‘salí de acá’. Ese grupo totalmente refractario subió al 25%. Es muchísimo”.

¿Cómo se podría traducir ese desánimo en las elecciones del domingo?

Difícil saberlo: “En las PASO, la gente dijo ‘Déjense de pelear entre ustedes’. El Gobierno dice haber escuchado el mensaje, pero no parece haber sido así. Con un cuarto de la población que no te dice lo que va a hacer, es complicado pronosticar si va a subir el voto en blanco, el impugnado o el ausentismo”.

Casi por definición, las elecciones de medio término son un plebiscito de la gestión. Siguiendo este razonamiento, el voto castigo no debería ser leído tampoco como un apoyo a la oposición.

De hecho, dijo Fornoni, “la desilusión, la apatía y la desazón” están relacionadas a que “entre 6 y 7 personas de cada 10 no están conformes con nada: ni con cómo se maneja la economía, ni la salud o la educación… nada”.

“La sensación es que todo es más de lo mismo. La dirigencia política finalmente arregla entre sí, la gente siempre queda colgada y vienen a pedir cuando nos necesitan”, apuntó.

Encima, un sondeo online la semana posterior a las PASO de la consultora Taquión mostró que el desánimo llega a los más jóvenes.

La mitad de los casi 4.000 mil encuestados no sigue políticos en las redes sociales. Casi el 52% decidió su voto a último momento; incluso, en el cuarto oscuro. El 85% dijo haber sentido vergüenza ajena frente a algunos spots de campaña.

Un norteUno no pide mucho. ¿Ir a Miami? No. ¿A Punta en yate? No. ¿Comprar mil dólares por mes? No.

El deseo de un futuro próspero que une a muchos (ahora aplastadísimo por el celibato dictatorial de la eterna manta corta) es mucho más modesto y humanitario.

Un plan de largo plazo que encarnen dirigentes idóneos, con formación académica, reputación, seriedad, austeridad, honestidad y credibilidad, acordes a los puestos que aspiran ocupar. Que el plan tenga sustentabilidad y, a la vez, alcance revolucionario.

Las autoridades de una de las mesas de las PASO para las elecciones legislativas 2021. Foto Federico López Claro

“Sustentable”, por continuo en el tiempo, más allá del recambio electoral. “Revolucionario”, por posible. No por imposible.



La lista de prioridades es obvia.​

Fornoni recordó que los temas económicos están al tope en el ranking de preocupaciones de los argentinos: “En primer lugar, todos los temas económicos: inflación, primero; desempleo, pobreza, y tarifas, después. Luego, la corrupción”.

Habría que sumar el enorme tema de la educación: mejorar el sistema siguiendo modelos posibles y modernos, de modo que las próximas generaciones incrementen (en serio) su calidad de vida. Desde lo estructural. Los parches, no.

Pero muchísimas personas solo buscan no quedar en bancarrota luego de cambiarle las zapatillas a los chicos. Poder pagar el alquiler. Saber el precio de la leche antes de llegar a la góndola.

Y sostener la esperanza de que alguna vez tus hijos, nietos o bisnietos van a poder concretar lo que tus mayores te habían contado tantas veces. Eso de la casa comprada con el trabajo de uno.

Formación ¿Se iría la amargura si la dirigencia política tuviera que atravesar (como en algunos países de la Unión Europea) una formación académica específica antes de postularse electoralmente? ¿Podemos soñar con la serie danesa Borgen? 

En la pandemia, la serie danesa Borgen generó sentimientos encontrados en el electorado argentino.

Por ahora, Devoto cree que, si bien no es necesario que se vayan todos, “es fundamental que  los políticos comprendan que no se trata solo de política, de contratos o elecciones: es aportar seriamente soluciones y futuro para los argentinos. La grieta fue un invento de los políticos. Cerrarla definitivamente es su responsabilidad”.

“Nos merecemos un cambio. Una clase política que esté más abocada a dar soluciones que problemas o cuyo mejor discurso no sea solo señalar los errores del partido o los partidos opositores”, concluye Devoto, antes de cerrar: “La política y sus dirigentes deben evolucionar”.

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