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Taylor Swift cambia las reglas del juego y hace temblar a las discográficas

A esta altura, no hace falta decir que Taylor Swift es una de las artistas más importantes de su generación, pero sí vale la pena advertir que detrás de esa aparente candidez y hasta cierta fragilidad que se desprenden de su imagen, hay una artista fuertemente comprometida con la defensa de sus derechos, a tal punto de haber puesto en jaque a parte de la industria discográfica.

La cuestión tiene que ver con la reciente publicación de la nueva versión de su álbum Red, lanzamiento que se inscribe en la decisión de la artista de volver a grabar sus primeros discos luego de que su catálogo quedara preso de una maniobra comercial que la dejaba fuera de cualquier poder de control de su propia obra, que quedaba en manos de alguien completamente ajeno a su carrera.

Frente a esa situación, que asumió como una violación de sus derechos, la cantante usó las redes como amplificador de su enojo y, también, de los manejos y desmanejos que en algunos casos involucra a las discográficas. Pero además, al incitar a sus seguidores a que compren su nueva versión de sus primeros álbumes, la artista dio en el blanco más sensible de la industria: la facturación.

Ganadora del Grammy al Álbum del año, con Folklore, Taylor sigue su cruzada contra la zona más oscura de la industria. Foto EFE/EPA/KEVIN MAZUR

Las compañías, en alerta“Lo que ha hecho Taylor ha sido cambiar las reglas del juego, no solo hacia sus fans sino para otros artistas. Está inspirando a que otros artistas regraben sus canciones y tengan el control sobre su música”, declaró Susan Genco, co-presidenta de Azoff Company y miembro del grupo sobre derechos de artistas en la Music Artists Coalition, en una entrevista al The Wall Street Journal.

“Taylor está predicando con el ejemplo: demuestra a los fans y a los artistas que es posible tener el control de su propio futuro”, explicó Genco, tal como cita La Vanguardia. A tal punto es así, que las compañías discográficas cerraron filas para que no se les multipliquen Taylor Swifts en sus filas. 

Para eso, según refleja el medio español, “las grandes majors ya se han puesto manos a la obra para modificar sus contratos y doblar el tiempo en que los derechos de las canciones les pertenecen para frenar las regrabaciones futuras.”

“Las restricciones contractuales -agrega- son una práctica habitual en este sector, argumentando que ese tiempo en que los artistas pertenecen atados a las discográficas es a cambio de la inversión que éstas hacen para lanzarlos al éxito, incluyéndose el riesgo de la apuesta, la distribución y promoción, además de los costes de grabación”, lo cual es verdad; sólo que no contempla la contraparte.

Una versión sin corsetPero para Taylor Swift, de 31 años, volver a grabar Red significó también abordar ese material sin atenerse a las normas impuestas desde los departamentos de marketing de las empresas, y ahora apunta contra el machismo sin medias tintas, al proclamar: “Fuck The Patriarchy” (“Que le den al patriarcado”), en su Red reelaborado.

Ese desahogo es parte de la letra que contiene la versión inédita de más de 10 minutos de su tema All Too Well, con el que se cierra la nueva grabación íntegra y extendida de uno de los discos más importantes de su carrera, aquel con el que comenzó a rebelarse frente a lo más rancio del viejo Nashville.

En lo comercial, Red fue un éxito, pues repitió por tercera vez consecutiva la hazaña de despachar más de un millón de copias en su primera semana en el mercado, al mismo tiempo que a través de canciones como I Know You Were Trouble dejaron vislumbrar por primera vez su carácter, también su rabia e impotencia, y se revolvió contra la conformidad y el recato al final de las relaciones.

Mensajes para variosAquellas emociones estaban presentes incluso en el primer single, We Are Never Ever Getting Back Together, aunque el propósito de escarnio (supuestamente contra el actor Jake Gyllenhaal) quedara suavizado por el tono lúdico del corte y el videoclip con trajes de peluche gigante. 

Un hito de ese tránsito fue la denuncia por 1 dólar que ganó contra un locutor que se propasó aprovechando la captura de una fotografía juntos y que, en un primer momento, la reportó cierta imagen de quisquillosa y exagerada, en lugar de ser vista como una víctima del patriarcado contra el que ahora clama.

Aún pasarían años en los que se le reprochó mantenerse demasiado tibia en la condena de políticas y actitudes retrógradas que, con el “trumpismo” en boga, se estaban cebando con las mujeres y el colectivo LGTBQ+, su principal granero de seguidores.

Sobre cómo padeció aquellas críticas y por qué decidió sacudirse la imagen de niña buena representante del conservadurismo trataba el documental Miss Americana (2020), que permitió conocer mejor su prolífica capacidad para la composición, refrendada en discos elevados por la crítica como 1989 (2014), Lover (2019) y, sobre todo, Folklore (2020) y Evermore (2020).

Desde esa posición más libre y empoderada es que Swift editó el viernes pasado el nuevo Red (Taylor’s Version) (2021), que tiene en la producción a sus más recientes aliados del sonido “indie” Aaron Dessner y Jack Antonoff.

Nueve temas inéditos y una frutilla de postreFrente a los dieciséis cortes originales (además de los seis extras de la versión “deluxe”), Swift ofrece en esta versión propia un total de treinta temas, nueve de ellos inéditos, entre los que sorprende la bailable Message In A Bottle.

También sigue como compañero de aventuras Ed Sheeran, esta vez en dos cortes (Everything Has Changed y la nueva Run), así como Gary Lightbody (Snow Patrol) en The Last Time. A ellos se suman Chris Stapleton en la más “country” I Bet You Think About Me y, sobre todo, la artista alternativa Phoebe Bridgers para redondear el mensaje de Nothing New.

La guinda de este pastel de varios pisos es la citada All Too Well, que llega acompañada de un cortometraje titulado de la misma manera, escrito y dirigido por la propia Swift para demostrar que no está dispuesta a recostarse en las mieles del éxito y que le queda mucho por contar y cantar

Fuente: EFE/Javier Herrero

E.S.

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