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Pedro Almodóvar: Ensayo acerca de mujeres angustiadas y la memoria histórica

Milena Smit y Penélope Cruz, dos mujeres que están solas y esperan. Pedro Almodóvar ha vivido varias vidas, más allá de que todos sus veintipico de largometrajes sean, con más o menos suerte, uno solo, y en esta nueva que arranca después de “Dolor y gloria” con “Madres paralelas” -estreno de este jueves en cines y de Netflix el 18 de febrero- se arriesga a poner en el mismo cuenco dos temás fuertes, y las conclusiones, seguramente, serán diversas y, porqué no, antagónicas.

El relato se abre, de hecho, con el singular dolor del parto de dos mujeres embarazadas que comparten la habitación de una maternidad, la puja, las contracciones, y de golpe, los dos bebés que son puestos en observación.

Mientras tanto se siente un eco lorquiano y comienza la espera, que termina, apenas el director pone en claro los temas centrales de una trama que una vez que alcanza el punto justo de tensión, de golpe se bifurca.

Para el cineasta manchego “la mujer” sigue siendo su gran tema, pero no simplemente por vivencias ocasionales, sino por su lugar en el mundo, los límites impuestos históricamente, las libertades conquistadas, el papel contradictorio de los hombres, poco seguros a la hora de asumir roles con suficiente precisión, en buena medida consecuencia de su poco clara autopercepción, y está no es una excepción.

Israel Elejalde y Cruz, él antropólogo, ella fotógrafa, la duda y la indecisión. Las dos son madres solteras y sus mundos muy diferentes.

Una, fotógrafa de revista femenina y la mayor de las dos, sigue relacionada con el antropólogo padre de la recién nacida pero, él está casado y al mismo tiempo, por una sencilla razón fisionómica, duda su paternidad proponiendo un chequeo de ADN.

La otra, adolescente madre primeriza como ella, quedó embarazada en una situación confusa con varios amigos, es hija de una actriz que por primera vez consigue encabezar una gira con “Doña Rosita, la soltera”. No parece muy feliz a pesar de hacer frente con ganas la soledad esa nueva realidad. Parece feliz, pero no lo es.

Sin embargo, la verdad saldrá a la luz con aquel test de ADN comprado por correo, y un e-mail que revelará el segundo episodio intensamente dramático de esta historia. El segundo pero no el definitivo de una cadena de eventos desafortunados.

La trama impone un silencio de spoilers, pero no de algunas observaciones concretas y necesariamente desprejuiciadas.

Trailer “Madres paralelas”

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Almodóvar es un director que no necesita presentación. En verdad hace más cuatro décadas y cuando todavía el cine español era sometido a una fuerte censura comenzaba a destapar cosas escondidas, obviamente con más libertad que la del inigualable e insuperable Carlos Saura (un cineasta que debería ser revistado por haber sido clave para el cine posterior al franquismo), desde el mismo momento del  “destape español”, primero con irreverente desparpajo y después con mayor profundidad.

Con muchas idas y algunas venidas Almodóvar logró convertirse en un autor con mayúsculas, para algunos merecedor de elogios altisonantes para otros cuestionado por su frecuente caída en sus propias trampas.

Algunas de sus obras pero en especial su inmediata anterior “Dolor y gloria”, le permitieron tocar el cielo con la punta delos dedos, alcanzando un pico de calidad en todo sentido de lo que significa cine, es decir no solo una buena historia, sino en todos esos instrumentos partes de un lenguaje muy rico qué hacen que el cine sea considerado como el séptimo arte.

Cruz y Aitana Sánchez-Gijon, otras dos mujeres entre ser madres y asumir sus profesiones. Todo eso que la crítica convencional empapa de adjetivos estaba allí y no era necesaria una rica verborragia para que el público descubriese todos esos valores intrínsecos entre los que se recortaban sus principales obsesiones y particularmente la mirada de sí mismo en un espejo para nada piadoso ni complaciente.

Como ya era habitual la impronta gráfica del artista argentino Juan Orestes Gatti, el mismo que en viejos tiempos diseñaba las tapas de los discos de Sui Generis o de Crucis, estaba presente y le sirvió como caligrafía del lenguaje visual que también influyó en su forma de interpretar sus angustias.

Sin embargo ocurre que después de una obra de semejante magnitud es muy difícil poder igualar el pico y en todo caso cómo impedir que se compare lo último y fresco con lo anterior, que ya dio muestra suficientes de su calidad y maduración requerida para considerarla como obra genuinamente maestra.

Todo Almodóvar y dóndeEl cine de Pedro Almodóvar nace en un momento clave de la España posfranquista, en el mismo momento en que también entra a la historia Luis Buñuel y Carlos Saura termina su etapa más brillante y productiva, o que cineastas prometedores por su desafío intelectual y estético, como Víctor Erice, quedan encerrados en dos o tres joyas. En estos más de 40 años Almodóvar puso su firma a más de 20 largometrajes y se convirtió, por mérito propio, en un autor.

Una vez superada su primera década de cine, y varios de sus títulos más llamativos puestos en discusión, este autodidacta que de empleado administrativo de Telefónica pasó al Súper 8 y la vanguardia del “destape”, empezó a apostar cada vez más fichas, a incluir reflexiones cada vez más profundas, particularmente las referidas a la cuestión de la mujer, como gran referente en el que también observar la sociedad de la que forma parte y de la cual es un emergente.

A partir del 18 de gebrero. e incluido ese mismo día el estreno de “Madres paralelas”, las plataformas streaming que operan en la Argentina ofrecerán el total de 23 largometrajes con su firma, es decir toda su filmografía, algo que ocurre por primera vez con un cineasta en actividad.

En coincidencia con el estreno del filme protagonizado por Penélope Cruz y Milena Smit, qué en un momento podría haberse convertido en la primer obra del cineasta no estrenada en salas argentinas (de acuerdo al convenio hecho con Netflix para esta zona geográfica), esa misma plataforma aprovecha para reponer 10 de sus largometrajes.

La lista comienza con “Entre tinieblas” (1983), “Qué hecho yo para merecer esto?” (1984), “La ley del deseo” (1987), y, su gran éxito “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988), las cuatro con Cármen Maura, esta última también con Antonio Banderas y Julieta Serrano,  y el thriller “Tacones lejanos” (1991), con Victoria Abril y Marisa Paredes.

La revisión sigue con  “Kika” (1993), con Verónica Forqué y Victoria Abril; “La flor de mi secreto” (1995), con Marisa Paredes; “Carne trémula” (1997), con Liberto Rabal y Francesca Neri; “La mala educación” (2004), con Fele Martínez y Gael García Bernal con eje en abusos escolares y culmina con “Volver” (2006), con Carmen Maura, Penélope Cruz y Lola Dueñas.

Mubi también tiene en su catálogo a “La ley del deseo” (1987) y “Atame!” (1989), con Victoria Abril y Antonio Banderas, así como ‘Todo sobre mi madre” (1999), con Cecilia Roth y Marisa Paredes; Qubit ofrece “Matador!” (1986), con Assumpta Serna y Antonio Banderas y repite “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988) mientras que HBO Max propone “Losamantes pasajeros” (2013) en tono musical y dentro de un avión de linea y “Deseo y gloria” (2019), con Banderas y Leo Sbaraglia.

Por Flow pueden verse 9: su ópera prima “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” (1979/80),  “Matador” (1986), “Mujeresal borde de un ataque de nervios” (1988), “Todo sobre mi madre” (1999), “Hablé con ella” (2002), “Volver” (2006), “Los abrazos rotos” (2009), “La piel que habito” (2011) y “Los amantes pasajeros” (2013).

Finalmente, ´por YouTube (pago), puede verse  “Julieta” (2016), con Emma Suarez, Adriana Ugarte y Dario Grandinetti, mientras que su clásico “Laberinto de pasiones” (1982), está disponible en Filmin.


Una o dos, esa es la cuestiónEsta vez Almodóvar parece entusiasmado con dos historias que intenta juntar en una sola: por un lado la de dos madres solteras y primerizas a las que la vida le pega un cachetazo, por el otro el drama personal de  la mayor que intenta encontrar los restos de su abuelo y de un grupo de vecinos del pueblo en que vivían en tiempos de la guerra civil ejecutados por el franquismo, en un proceso que ahora se conoce como  “memoria histórica”, y otro que comparten por azar, con desenlace cargado de dolor.

Las madres son paralelas porque cada una transita por problemáticas de sus propias generaciones. La más madura tiene conciencia del pasado, la más joven parece sólo preocupada por el presente. Es una regla que las lineas paralelas solo se cruzan en el horizonte, y Almodóvar trata de que cruce se forzando las líneas rectas, incluso descuidando a las dos y ese es un problema irreversible que se hace evidente al superar la primera mitad.

La “memoria histórica” española nació por ley en 2007, treinta y dos años después de la muerte de Francisco Franco, y entre otras cosas  establece que los “escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura” deberán ser retiradas de los edificios y espacios públicos, pero también impulsa la búsqueda e identificación de los restos de quiénes fueron perseguidos y muertos, cuyos cuerpos fueron amontonados en fosas comunes.

Almodóvar no parece tener en claro cómo resolver la separación entre una y otra recta, y en lugar de enlazarlas o en todo caso encontrar un denominador que quizás exista pero no encuentra, elige separarlas más.

Dos mujeres, una vuelta de tuerca, con pasión incluída. Así queda por un lado la linea de las dos mujeres y su relación que se difumina en un abrir y cerrar de ojos, eclipsada por la otra, la que tiene como eje aquella deuda histórica con la guerra civil y su devenir por un camino que la sociedad, generación tras generación, viene transitando sin posibilidad de encontrar respuestas finales antes de que se cumpla un siglo.

A pesar de está debilidad estructural, la segunda parte, esa que muestra a parientes y vecinos del poblado junto a antropólogos forenses y expertos en el descubrimiento de cuerpos que como en este caso tuvieron precaria sepultura más o menos ocho décadas atrás, deviene conmovedora. También simbólica por qué tiene que ver con esas cosas que si no se resuelven, con el tiempo van a seguir generando divisiones y odios insuperables. Varias generaciones vienen llorando ese recuerdo.

Almodóvar no es afín a exponer política en sus propuestas, y en este caso toma posición, al tratar de encontrar respuestas a esa pregunta difícil de responder que tiene que ver con aquel pasado de horror y sangre.

La búsqueda de los restos de un pasado trágico, escondidos bajo tierra. Quizás para superar este desafío y está fractura tendrá de su lado el trabajo que cumplen las dos figuras protagonistas, Penélope Cruz, un auténtico fetiche para el cineasta, esta vez acompañada por Milena Smit (que por una cuestión etaría podría ser su hija en la vida real, actual imagen de la linea de belleza y perfumes de Yves Saint-Laurent), y un dream team de secundarios idel que se recortan Aitana Sánchez-Gijón, Julieta Serrano y Rossy de Palma, así como Israel Elejalde.

También del otro lado del océano lo ayuda, con su poesía hecha palabra escrita, el texto final de Eduardo Galeano, tomado de uno mucho más largo (en “Patas arriba: La escuela del mundo al revés”) que  dice “No hay historia muda.   Por mucho que la quemen, por mucho que la rompan, por mucho que la mientan, la historia humana se niega a callarse la boca.”

Sin embargo en la versión completa la precede “¿La historia se repite? ¿O se repite sólo como penitencia de quienes son incapaces de escucharla?”

Con este agregado sería más entendible la reflexión a la que puede suponerse Almodóvar quería llegar. En ese texto (completo) maravilloso de Galeano, está encerrada la clave de este relato, pero para conocerlo hay que recurrir a la fuente porque en la película no aparece.

La memoria histórica tiene escala humana y atraviesa generaciones. El escritor uruguayo concluye diciendo que “Más que en los museos, donde la pobre se aburre, la memoria está en el aire que   respiramos   y ella, desde el aire, nos respira.”  En ese sentido, la verdad a medias que es clave del primero de los capítulos se complementa con la verdad de la memoria histórica del segundo y es allí donde el film de Almodóvar puede servir para una nueva lectura que pueda hacer caso omiso a este pecado menor (pero pecado al fin del cineasta), de encontrar una forma clara de complementar las dos ideas.

Almodóvar sueña con hacer su aporte para ayudar a cicatrizar la grieta de la sociedad de la que forma parte simplemente con la memoria de aquella guerra que dentro de década y media cumplirá un siglo.

Un cineasta dijo alguna vez que las buenas intenciones no se filman, pero cuando se trata de un director con semejante background, y por respeto a la valioso de la filmografía que lleva en su mochila de cuatro décadas, amerita cuidado.

En poco tiempo, con “Manual de mujeres de limpieza”, su primer opus en Inglés, el público descubrirá de qué forma el autor de joyas como “Entre tinieblas”, “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “Matador” y “¡Atame!”, puede resolver, como supo hacerlo en sus mejores propuestas, el eterno desafío de narrar con lenguaje de cine.

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