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La historia de los refranes: “Quien calla, otorga”


Quien calla, otorga Si de verdad los silencios no hablaran todo sería más rápido y obvio, menos intrincado… ¡Pero hablan! Hasta el silencio más simplón está lleno de texto… Claro que después habrá que saber leerlo, y traducirlo, ni qué decir interpretarlo…

El profesor español Felipe Lorenzo del Río dice que este refrán castellano no siempre es verdadero. Tiene su origen en el libro sexto del Derecho Canónico, donde va más allá con el concepto: quien calla, cuando pudo y debió hablar, parece que otorga…

Por tanto, el que calla cuando es acusado de algo y no se defiende pudiendo y debiendo hacerlo, es sin duda culpable, o al menos cómplice o responsable de lo que se le recrimina…

Era un refrán de uso frecuente en la Antigua Grecia. Eurípides lo usó en su tragedia Ifigenia en Áulide, luego distintos clásicos posteriores se hicieron eco de él… Su versión actual se documentó por primera vez en Castilla en el siglo XIII…

Otorgar, aquí, tiene el significado de consentir. Y recordemos que callar, sería solamente un mérito si no tuviera también los suyos la palabra dada, la firmeza del compromiso verbalizado, la expresión a viva voz… ¡Y tanto mejor si se rubrica con un apretón de manos!… Así como muchos silencios se agradecen, traen alivio, otros pagan peaje… “Sshh, usted se me queda calladito la boca eh”, se les suele amonestar a los niños, y estos obedecen… ¡Los que no, siguen hablando bajito! De esos será el reino de los cielos…

Una cosa es callar por prudencia, otra ampararse en el mutismo para ocultar cosas. Es difícil que un comportamiento taciturno no levante suspicacias o sospechas… Lo mejor que le puede pasar al silencioso cuando se decide a hablar, es que alguien le mande “¡Ah zorrito, y te lo tenías callado eh!”… 

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